Leí hace unos días que algunas tribus africanas capturan monos de una manera muy práctica sin el uso de artefactos avanzados ni armas. En el tronco de un árbol hacen un hoyo de una medida para que la mano del mono pueda entrar justa. En el interior de ese árbol depositan frutos u otros alimentos que le resultan irresistibles al mono. Eso es todo. ¿Qué pasa? El mono al llegar al árbol, introduce su mano, toma un gran puñado de los alimentos y para su sorpresa al querer sacar su mano, esta no cabe por donde entró debido a que está llena y su tesoro le impide que salga. Para que salga debiera dejar ir lo que ya tiene en las manos. Sin embargo, se esfuerza una y otra vez por querer sacar su mano con los alimentos, y es en este continuo esfuerzo que los “cazadores” pueden tranquilamente echar mano de él.
Somos presa fácil, sino soltamos.
La vida nos pondrá tarde que temprano de frente a una puerta, donde solo se entra con poco equipaje, lugares donde se entra con lo justo.
Regularmente estas puertas tienen a la entrada un aviso que dice: “Aquí no necesitas nada de lo que tienes, todo lo que necesitas en esta nueva aventura, se te proporcionará, una vez ingreses”.
No se, si hayas tenido que sentir la insoportable sensación de soltar, ¿Duele verdad?. Es como si te cortaras una mano, o no?. La mente se nubla, los sentidos se entorpecen. Sentimos aturdimiento, todo se mueve dentro de nosotros. Los instintos desbordados se revelan y salen a flote, la rabia, la ira, la frustración, la impotencia, el dolor etc.
Soltar, es el último peldaño del ciclo, es el último escalón de las etapas, es el último requisito para obtener algo mejor.
El dicho popular dice: “En la puerta del horno se quema el pan “. Muchos son los que se queman en este punto, muchos desisten en este punto, muchos retroceden en este punto. La idea de algo mejor nos llama la atención, nos entusiasma, pero pronto pierde fuerza cuando nos fijamos en lo que tenemos que dejar atrás.
Soltar es necesario, no es negociable.
“El fuego de hoy, se rehúsa arder en las cenizas del pasado!”
En el artículo anterior, te hablaba de la muerte total, no hay vida sin muerte, no hay gloria sin muerte, no hay grandeza sin muerte, no existe algo realmente extraordinario, sin antes pasar por el proceso de la muerte. Pues bien, sabes que estás a punto de morir, cuando estas de frente a la puerta que dice SOLTAR.
Solo aquellos que tienen la correcta interpretación de esta palabra, logran salir avante y victoriosos. Aparece en escena la justificación para no hacerlo, aparecen las victimización para no hacerlo, aparece el egoísmo, la envidia para no hacerlo, la auto conmiseración. Créeme, todo lo malo que tenemos oculto aparece frente a esta palabra.
¿Quieres saber qué hay realmente en el corazón de alguien? es fácil, ponla en una situación donde tenga que soltar, allí conocerás a ese alguien.
Tendrás una única aliada frente a esta situación de la vida, la esperanza. Será tu única garantía, no tendrás nada más. La esperanza de que si sueltas de una vez por todas, obtendrás algo mejor, conocerás nuevas formas, nueva gente, nuevos caminos, cosas nuevas y ocultas serán reveladas.
El soltar te prepara para algo mejor, porque si lo interpretas bien, cuando sueltas, tu mano queda abierta, y esa apertura, es el inicio de nuevos ciclos, es el inicio de nuevas oportunidades, el inicio de nuevas relaciones, es el inicio de un nuevo amanecer. La naturaleza día tras día nos enseña esto, la noche llega a su fin, cuando suelta en el momento más oscuro, dando paso al alba y un nuevo amanecer.
Quizás, hayas pasado por allí y sabes de lo que te hablo, o quizás te encuentres a punto de hacerlo, y te genere incomodidad. Solo podrás entender, una vez sueltas, al soltar abres espacio, y estos espacios serán llenos de cosas grandiosas.
Déjame contarte algo que me ocurrió hace un par de días. Tuve que aceptar la partida de mis tres hijos, se fueron a una distancia de 10 horas en avión. Por circunstancias de la vida, la madre de ellos elige llevarlos a vivir con ella a los Ángeles- California. Si bien estuve de acuerdo al inicio, me imaginaba que la despedida con ellos iba a ser distinta, albergaba la idea de poder darles un beso, un abrazo y una bendición, y porque no, llevarlos al aeropuerto, despedirlos en la puerta de embarque, decirles, niños los amo, nunca olviden esto por favor, buen viaje.
Pero no, nada nada de eso, despierto con la llamada de ellos, Papá, estamos en casa de nuestra madre aquí en los EE.UU.
No te alcanzas a imaginar el dolor sentí. Tal vez vuelva a ver a mis hijos de nuevo, quizás no, pero cuando sueltas, ya no depende de ti, depende de algo superior a ti.
Por supuesto que estoy feliz de que ellos se reencontraron con su madre después de mucho tiempo, por supuesto que me alegro al saber que volvieron a abrazar a su madre, por supuesto que me alegro de que puedan restablecer ese vínculo de nuevo, pero no deja de ser doloroso.
La vida, no importa quien seas, te pondrá en una situación de presión al soltar, y siempre tendremos dos opciones, soltamos voluntariamente, o seremos forzados a hacerlo, porque no existe el crecimiento sin dolor.
Pero ánimo , algo tenemos seguro no importa la forma, tenemos mas futuro que pasado, y esos lugares donde solo se pueden llegar, con poco equipaje, siempre serán mejores de donde tuviste que soltar.
Así que ánimo, todos pasamos por allí, y seguramente regresaremos a esa puerta de vuelta y animaremos a otros diciéndoles, duele si, pero es lo mejor, te lo aseguro.
Coméntame, te leo. Abrazo.
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