Elijo recordar mi pasado desde el aprendizaje, ver mi futuro con los ojos de la fe, y vivir el presente desde la gratitud que genera la aceptación.

Jhon Silvera.

A lo largo de la vida, hemos escuchado y aun expresado un sin número de veces, la célebre frase: “Todo en la vida tiene solución, menos la muerte”.

Nuestros abuelos la decían constantemente, pasándola a nuestro padres y llegando a nosotros en un efecto repetitivo. Regularmente usamos esta frase de forma inconsciente y automática, casi siempre, bajo circunstancias apremiantes o desesperadas, quizás en el fondo, buscando algún tipo de consuelo o mecanismo de defensa, que nos ayude a cambiar el estado emocional y así sobrellevar la situación.

Esta frase en ocasiones, genera resultados parciales, porque nos da una sensación de bienestar, una sensación de que todo estará bien; Pero, ¿a quién engañamos?, ¿acaso en la vida, todo tiene solución?.

Si somos honestos, sabemos que esta frase no es cierta, puesto que existen cosas que NO tienen solución y nunca la tendrán. Sin embargo, nuestra mente obstinada, nos hace pensar lo contrario, para así, movernos a perseguir, incluso hasta el borde de la muerte, el querer cambiar lo que es incambiable, llevándonos una y otra vez a tomar el papel de víctimas.

La vida más temprano que tarde, nos introducirá a una especie de olla a presión, quizás para acelerar procesos, o quizás para deshacerlos de una vez por todas.

¿Qué nos queda entonces frente a la derrota de lo incambiable?.

Aceptar, solo eso.

La aceptación para una mente complicada, es una palabra poco popular y de poco valor. La aceptación, es una palabra bastante reducida, para los amantes del positivismo desbordado, puesto que es sinónimo de debilidad, mediocridad, conformismo y poca fuerza.

No se puede cometer el error de hablarle a una mente obstinada, acerca de la idea de aceptar, es casi un insulto, puesto que no es lo que quiere escuchar. A veces nos aferramos tanto a algo, que la idea de soltarlo nos perturba, nos paraliza, nos nubla el entendimiento. No queremos escuchar nada de lo que tenga que ver con soltar, por eso, en estos momentos, el escuchar la palabra aceptar, solo nos enfurece, nos descompone y nos lleva incluso ha hacer cosas, que en el fondo no queremos hacer.

Lo cierto es, que en algún momento, nos toparemos cara a cara, con situaciones humillantes, situaciones sin salida, situaciones donde se nos desmontará aquella máscara, que por mucho tiempo decidimos usar, máscara que quizás, usamos para querer pertenecer o impresionar. Es algo así, como vivir en el círculo de la pobreza: “Comprar cosas que no necesitamos, con dinero que no tenemos, para impresionar a personas a las cuales no les importamos”.

La aceptación en principio nos hará sentir, como si fuéramos las personas más desafortunadas del mundo, nos hará sentir una especie de humillación, nos hará sentirnos aplastados, reducidos, con ganas de escondernos. El aceptar una enfermedad, una discapacidad, una quiebra financiera, una relación que ya no esta, un antiguo empleo, un desplante, la partida de tus hijos etc. No es nada agradable sentirnos así, te lo aseguro. Incluso, la aceptación nos hará pensar, que el juego terminó, que ya no tenemos más camino para donde avanzar.

Si lo que se quiere es impresionar, la aceptación no es lo más popular. Si lo que se quiere es pasar la página y avanzar, el aceptar, se convierte en en una especie de llave, una llave maestra que abre la puerta a lo desconocido, la puerta al mundo de las posibilidades, la puerta del siguiente nivel.

Llegará el día en que la vida nos pondrá fuera del alcance de toda ayuda humana, ese día, en que estaremos en situaciones difíciles, es necesario creer, que estas situaciones en últimas, son un instrumento de persuasión de algo que está por encima de nosotros, estas situaciones, si las abordamos desde la aceptación, nos ayudara a no renegar mas de ellas, sino a entender que estas situaciones son el pretexto perfecto, de un Dios amoroso para acercarnos a él, y así mostrarnos que siempre ha querido ser nuestro mejor de los aliados.

Podríamos decir, que aquella tragedia o desafortunada condición con la que tengamos que lidiar, es en definitiva, nuestra mayor fortuna, por absurdo que parezca, esta situación será nuestro boleto de lotería, donde la aceptación es el número ganador, así suene extraño, la aceptación nos ayudara a ver el futuro con entendimiento, a entender que aquellas situaciones incomodas, eran en ultimas, el único camino que nos quedaba por tomar, eran finalmente el camino más seguro para nosotros. Así no podamos ver claramente, si podemos sentir el maravilloso consuelo que nos ofrece la aceptación, consuelo, que si es real, verdadero y tangible en el tiempo.

Declaremos quiebre:

Hoy, acepto que mi vida se encuentra fuera del alcance de toda ayuda humana, acepto que solo una intervención divina puede ayudarme a entender lo que por mi mismo no puedo entender, acepto que esta situación que vivo, es mi boleto para el siguiente nivel. Acepto que no soy víctima, sino protagonista de mi propia historia, acepto que esto que hoy vivo, es solo un capítulo más, de una trama que no ha terminado, trama que por el contrario, me muestra que soy una persona afortunada, por estar pasando hoy, por lo que estoy pasando. Hoy acepto.

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JHON SILVERA

“Soy un creador de posibilidades, un instigador de alegría, un catalizador de crecimiento, un constructor de gente y un productor de pasión. Soy experto en la psicología del cambio, soy un empresario de eventos con amplia experiencia, líder innato, visionario, conferencista, un amante de la familia, un amigo, un abogado de los que no tienen hogar. Muestro una persona que establece una diferencia y una fuerza para el bien; un desafiador y un tipo divertido, animoso y humilde, Me identifico en los elementos más elevados de mí mismo y considero esas facetas mías que todavía no son perfectas como una oportunidad para el crecimiento antes que como defectos de mi carácter.»

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